Casa Ignaciano

Casa Ignaciano está situado en la montaña alavesa, en el pueblo de Bujanda, a 10 minutos del campo de golf de urturi y a escasos 50 metros del parque natural de Izki, con un micro-clima especial debido al encontrarse en un entorno natural rodeado de bosques de hayas, quejigos y robles, en el que existe una amplia gama de rutas de senderismo. Con acceso a 20 minutos de la capital del País Vasco Vitoria, a 35 kilómetros de la capital de La Rioja Logroño y a 45 minutos de Pamplona por lo cual es un sitio estratégico para poder visitar estas ciudades y sus alrededores.

Casa Ignaciano con encanto concebido, construido, diseñado y decorado para crear un ambiente en armonía. Consta de unas confortables y espaciosas habitaciones, con baño, calefacción, televisión y wi-fi en zonas comunes.

Mesa de billar en su salón con chimenea

Los clientes pueden elegir pasar unas horas relajándose en su pequeño spa o jugar una partida de billar en su salón con chimenea. También disponemos de habitaciones con cocina. Accesible y adaptado para discapacitados, contamos con ascensor, baños adaptados y amplias zonas de paso.

En Casa Ignaciano disponemos de las modalidades de estancia desayuno, media pensión, pensión completa. Ofreciendo una cuidada cocina tradicional a cargo del chef Jesus Serrano.

Bujanda pertenece a la cuadrilla de Campezo Montaña Alavesa, en el pueblo se encuentra el cuerpo incorrupto de San Fausto Labrador, patrono de la fecundidad, donde los matrimonios estériles e infecundos acuden a pedir descendencia, gozando de infinidad de devotos tras cumplir sus peticiones. También nos encontramos en la ruta de Peregrinos del Camino Ignaciano, en la Etapa 5. Alda - Genevilla (23,3 km).

En su escapada rural a nuestro casa ignaciano va a poder realizar y disfrutar de numerosas actividades, como: Jugar al billar, disfrutar de su spa, rutas en bicicleta o rutas de senderismo, campo de golf a 7 minutos, pesca de truchas rió Ega, visitar el monte Izki, ...

Se conoce como “Camino Ignaciano”, desde la casa natal de Ignacio en Loyola (un torre-palacio de Azpeitia, en el País Vasco) hasta lo que se conoce como la “Cova de San Ignacio” en la ciudad de Manresa (cerca del Monasterio de Montserrat, en Cataluña). Después de su conversión espiritual en Loyola, Ignacio sintió el deseo ardiente de seguir a Jesucristo, como lo habían hecho ya muchos otros, y abandonó la vida que hasta entonces había llevado como hijo de una familia de nobles.

Ignacio decidió ir “contracorriente” y se puso en camino hacia Jerusalén, siguiendo el Camino Real, que le llevaría a Barcelona. De allí pensaba salir en barco para proseguir su peregrinación a Tierra Santa.